sábado, 13 de septiembre de 2014

ANOTACIONES: De Martín Garzo a Munro.



 ENTRE LECTURAS


En el periódico leo a Martín Garzo: escribe sobre sus apreciaciones después de leer o releer el Decamerón. Es como un oasis en medio de tanta basura interesada: la Diada (esa preocupación por los pliegues de tu gorguera cuando el aire que te envuelve ya no tiene oxígeno), las chalanerías que rodean el caso Pujol, las trapacerías de la banca y el elogio al banquero muerto hace dos días.

La literatura es un refugio, efectivamente; no exactamente para esconderte, sino para rodearte de lo que eliges y ponerte a salvo. Voy cambiando de paisaje: paso de una preciosa introducción que reflexiona sobre la difícil frontera entre la realidad y la ficción en Look homeward, Angel, a una de las inquietantes historias de mujeres de Alice Munro. La primera lectura la hago por la tarde, tiempo para el que reservo obras de más difícil acceso; la otra por la noche, antes de dormir.

Escribe Thomas Wolfe:

But we are the sum of all the moments of our lives--all that is ours is in them: we cannot escape or conceal it.  If the writer has used the clay of life to make his book, he has only used what all men must, what none can keep from using.  Fiction is not fact, but fiction is fact selected and understood, fiction is fact arranged and charged with purpose. 


Por su parte, Wenlock Edge, el relato de Munro, es sutil y no pude reflexionar sobre él anoche porque arriesgaba mi entrada en el sopor. Ahora intento saber qué es lo que realmente subleva a la protagonista de ese incidente tan desasosegante (cenar con un desconocido que la obliga a desnudarse y leer después para él unos poemas): si la humillación de exhibir su cuerpo frente a un testigo correctamente vestido que la observa, o contaminar los poemas que ella conocía y admiraba con esa imagen degradada; lo que la apartará de ellos. Y esto enlazaría con la idea del principio: alguien viola el refugio y pervierte algo que sobrepasa la intimidad de tu cuerpo desnudo. ¡Qué grande eres, Munro!


Milagros González Á.

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