Querida gente: en mi decadente veraneo (eso es propiamente un 'veraneo': largo, letárgico, decimonónico), tengo unas horas en que leo los periódicos y las redes, me informo y después, de cuando en cuando, rumio la deuda, el Papa o la campaña que se nos viene encima. Muchas veces echo en falta el don de una argumentación eficaz, porque la discusión política me parece fundamental en los momentos turbios. Bien, pues hoy me he tropezado, de carambola, con un poeta español de 84 años (parece esta una etapa del resurgir de la autoridad senatorial) que escribe un blog.
He convertido una de las columnas publicadas en su blog: "Críptico estáis" en un archivo de texto, porque es incómodo leer en renglones tan breves. Me ha parecido un modelo de argumentación para defender el "no son iguales", y como se tiende a creer que lo que nos conmueve tendrá el mismo efecto sobre nuestros amigos, copio y pego el texto en cuestión.
Lo que sigue es copia del texto publicado en el blog de Tomás Segovia http://www.tomassegovia2.blogspot.com/
Cartas Cabales
["Cartas cabales" es el título de una columna periodística que mantuve enLa Jornada de México durante 1994 e intenté reanudar después varias veces. Son cartas a un personaje imaginario, cuyo nombre es un obvio anagrama. Una recopilación parcial que abarca tres años apareció en México en 2010.]
["Cartas cabales" es el título de una columna periodística que mantuve en
CRÍPTICO ESTÁIS
Querido Matías Vegoso:
Estoy de acuerdo en que las discusiones sobre la izquierda y la derecha son cada vez más confusas y escurridizas, pero sospecho que adonde quieres ir a parar, como otras veces, es a que ya no hay izquierda y derecha, sino buenos administradores y malos administradores, eficacia e ineficacia. Y como otras veces, tengo que estar en desacuerdo si lo pones así. Porque izquierda y derecha se distinguen en varios planos y desde diferentes perspectivas. Hay para empezar, dicho burdamente, una diferencia política y una diferencia social. Digo burdamente porque tampoco esa perspectiva es tan simple y clara. Así por ejemplo, el PSOE español en el poder proyecta en la perspectiva política una imagen totalmente distinta que en la perspectiva social, pero en una perspectiva desde fuera del poder, por ejemplo en
Si aceptamos que desde algunas perspectivas, y no precisamente de las más triviales, sigue habiendo una izquierda y una derecha, entonces resulta claro que el argumento de la sustitución de los programas políticos por eficacia administrativa es un argumento de derecha, porque insinúa siempre que la izquierda es necesariamente mala administradora. ¿Recuerdas cuando estaba de moda en nuestros tiempos hablar de “criptocomunistas”? Parecería que hoy tenemos más bien “criptoderechistas”, no sólo gente que disimula deliberadamente su postura reaccionaria, sino también algunos que no se sienten derechistas por aquello de que ya no hay izquierda y derecha. Porque vamos a ver, querido Matías, si en Europa y parte de Latinoamérica la derecha ha estado ganando políticamente, es seguramente por haber convencido al electorado de lo que podríamos llamar dos “criptoargumetos” tan falaz el uno como el otro.
Por un lado, que la izquierda no puede administrar bien, puesto que los que administran bien son los administradores, mientras que la izquierda propone irresponsablemente ponerse del lado de los administrados. Una amiga que estaba en Roma en el momento de la segunda victoria electoral de Berlusconi me contaba que cuando preguntaba a las verduleras del mercado por qué votaban por el Cavaliere, le decían que él sabía cómo hacerse rico e iba a hacer ricos a todos los italianos. Hay que estar verdaderamente en Babia para creer que un hombre que está ocupado en hacerse rico se va a ocupar de hacerme rico a mí, pero no hay que olvidar que cuando hablan de administración, se trata exclusivamente de administración de la riqueza, y los que administran la riqueza cuentan con las dos grandes armas para empujar a la ciudadanía: la deseducación y los medios de información.
La otra falacia es la insinuación de que la izquierda está vinculada con el totalitarismo. Llamo a estas insinuaciones “criptoargumentos” porque se esgrimen ocultando su verdadera intención y significación. Es por ejemplo la insinuación no explícita de los que llaman “rojos” a la gente de izquierda. Pero muchos que protestarían airados si los llamáramos derechistas contribuyen también, nos consta, a que circule esa insinuación. Es difícil disiparla porque hubo efectivamente en la historia un totalitarismo que se proclamó de izquierda. Pero los hubo también de derecha, y hasta más recientemente, y todavía nos siguen rondando por lo menos como nostalgia y tendencia. Si miramos de buena fe, es claro que la izquierda aprendió la lección. No hay hoy en las democracias ninguna corriente, tendencia o partido de izquierda que tenga nostalgia del estalinismo, y si algún grupo terrorista pretende a veces ser de izquierda, todo el resto de la izquierda lo desmiente y condena. En cambio vemos por todas partes en nuestras democracias signos de nostalgia del autoritarismo de derecha, toda clase de tea parties, frentes nacionales y valles de los caídos, además de la pasmosa lucha abierta en pleno siglo XXI contra el laicismo de las democracias. ¿Has visto en nuestros países algún panfleto, algún graffiti o algún mitin que exalte a Stalin, a Ceacescu, a los jmeres rojos? Lo que es evidente mala fe es dejar creer que la izquierda democrática no se ha curado de sus males, cuando es tan evidente que en las democracias es la derecha la que no se ha purgado de veras. ¿Puedes imaginar en algún país de Europa occidental o de América un grupo neostalinista o neojmer? En cambio allí abundan los grupos neonazis, neofascistas y neofranquistas.
Pero, como te decía, estas perspectivas no son las únicas. Desde otra perspectiva, las diferentes “criptocampañas” contra la izquierda toman un sentido general común. Agitar el espantajo de la tentación totalitaria de izquierda en el fondo es lo mismo que querer hacernos ver en los programas sociales no la ventaja de los ciudadanos, sino la injerencia del Estado en nuestras vidas privadas, o que decirnos que esos programas son despilfarros, o que los problemas no se resuelven con buena política sino con buenos gestores. En esta perspectiva, nada es más evidente que la oposición entre la izquierda y la derecha, porque esa ideología es obviamente la de la derecha, y lo que defiende es que las injusticias, desigualdades y otras evidentes atrocidades de las democracias actuales no son tan importantes como para meter mano a los fundamentos del sistema, mientras que la postura de la izquierda, en este nivel, es que esas atrocidades provienen de esos fundamentos y hay que replantearlos a fondo. Así, en este nivel, el movimiento de los indignados de España o de Israel, como el de
En fin, querido Matías, la sustitución de los políticos, de izquierda o de derecha puesto que son lo mismo, por administradores, yo la aceptaría según en qué nivel. Los administradores de salud pública mientras hubo sociedad del bienestar, y no sólo en los países escandinavos, yo diría que administraron o administran mucho mejor que los de la salud privada, y supongo que habrás oído hablar de las delicias de la privatización del transporte inglés o de aeropuertos varios. Porque, insisto, los que quieren ponernos en manos de los administradores no están pensando en administrar la salud como salud, la educación como educación, la protección como protección, sino todo eso como inversión. Así que las dos posturas básicas frente al Estado, izquierda y derecha, siguen siendo divergentes: el Estado existe para procurar el bienestar, la igualdad y la realización de los ciudadanos, lo cual implica administrar, justamente, los excesos de la desigualdad económica y de otras clases; o el Estado existe para impedir que quiebre el sistema, lo cual implica imponer el orden por encima de las desigualdades e injusticias y mantener a raya a quienes sacudan ese orden reclamando igualdad y justicia.
Recibe un apretón de manos de mi mano derecha y una palmada en el hombre de mi manno izquierda,
T. S.
TOMÁS SEGOVIA
Tomás Segovia (Valencia, España, 21 de mayo de 1927) es un escritor y poeta español. http://es.wikipedia.org/wiki/Tom%C3%A1s_Segovia
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