Mi fe en el futuro de la literatura consiste en saber que hay cosas que sólo la literatura, con sus medios específicos, puede dar.
Y yo, leyendo esta frase en las Seis propuestas para el próximo milenio, de Italo Calvino, recupero mi fe en el poder transformador de la literatura. A veces flaqueo al escuchar comentarios de personas que admiro y respeto opinando sobre 'la ficción' con un alejamiento que a mí me parece desdeñoso. No logro comprender su falta de interés en penetrar en los textos y traducir a impresiones, sensaciones o aprendizaje los sutiles hilos de la buena escritura.
En este libro imprescindible para el lector militante, Calvino reflexiona sobre la Visibilidad, uno de los valores que atribuye a la literatura y escribe:
De cualquier modo, todas las «realidades» y las «fantasías» pueden cobrar forma sólo a través de la escritura, en la cual exterioridad e interioridad, mundo y yo, experiencia y fantasía aparecen compuestas de la misma materia verbal; las visiones polimorfas de los ojos y del alma se encuentran contenidas en líneas uniformes de caracteres minúsculos o mayúsculos, de puntos, de comas, de paréntesis; páginas de signos alineados, apretados como granos de arena, representan el espectáculo abigarrado del mundo en una superficie siempre igual y siempre diferente, como las dunas que empuja el viento del desierto.
Y comprendo, en una instantánea iluminadora, lo que me mantiene fiel a la lectura: que el conocimiento al que nunca hubiera accedido por suponer un largo y tortuoso camino de áridas disciplinas difíciles de sintonizar, se produce muchas veces como una 'visión' de conjunto en la que se funden intuición y descubrimiento: una imagen mental provocada por las palabras justas en una situación inventada, puede hacer saltar la chispa de una nueva idea que reorganiza la mirada.
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