Acabo de cerrar un libro con la decisión de dejar la lectura
a la mitad. Es algo que he hecho muy pocas veces, pero que creo que no será la
última porque mis desinhibiciones van en aumento, afortunadamente. Creo que es
cosa de la edad y del futuro relativo.
El libro es El obsceno
pájaro de la noche, del chileno José Donoso, un proyecto difícil y
seguramente innovador en su momento (1970), pero que me ha agotado. En su
edición de papel son 568 páginas y he llegado a la mitad. Compruebo con ello
que, o bien no resisto ya más allá de las 300, o que la longitud es
inversamente proporcional al asombro. Quiero decir que el tono de pesadilla que
me captó al principio y en el que me hundí con gran interés después, empezó a
repetirse y sonarme a ya dicho y a provocar una indeseable sensación de
aburrimiento. No merece esta disposición de ánimo un trabajo que tiene
indudables hallazgos, donde lo mágico y lo monstruoso real se entremezcla: el
chonchón, la perra amarilla, Boy y su corte de seres deformes o la santa beata
que se funde con la bruja. Una rara capacidad de incrustar lo mítico en la realidad
que va generando en el lector una sensación de duermevela, donde las personas
pueden fundirse con otras o ser ambas a la vez y el tiempo pierde su esencia
lineal.
¡Qué bueno el párrafo que describe el poder del protagonista,
el Mudito, basado en haber sido testigo de la intimidad del patrón¡
No eran capaces de vivir sin la presencia de mi mirada envidiosa creando su felicidad, el dolor de mis ojos que los contemplaba iba suministrando la dicha que ellos consumían. No fue a mí —yo era descartable—, fue a mi envidia que don Jerónimo tuvo a sueldo durante tantos años. Pero yo me quedé con la mirada cargada de poder, eso es mío, no se la doy, no voy a permitir que me la quiten [...]
Y el punto de vista del patrón, precisando cuál es la fuente
de su poder:
[...] quédate aquí para que veas cómo soy capaz de hacer el amor, quiero que te extasíes ante la fuerza de mi virilidad que tú no tienes, mi sabiduría en estas artes que tú ignoras, y compruebes con tu mirada envidiosa mi capacidad para demoler la simulada resistencia de la Violeta, préstame tu envidia para ser potente [...]