jueves, 23 de abril de 2015

ANOTACIONES sobre la ejecución del poeta



Hoy leo en los periódicos:



"Documentos del franquismo prueban la implicación del régimen en el asesinato de García Lorca"

Y una estampa terrible se abre paso en mi cabeza: en ella reconozco muchos de mis miedos de adolescencia y juventud cuando empecé a entrever el horror que mis padres callaban y solamente se proyectaba en los silencios de piedra ante cualquier palabra que tocase levemente el círculo de acero con que habían aislado sus terribles recuerdos de la guerra.

Caballito negro.
¿Dónde llevas tu jinete muerto?



"Lorca fue asesinado tras 'haber confesado', según la policía franquista". 

Oigo un alarido de horror que sale de miles de gargantas que confesaban estar viendo el infierno y siguieron confesando, en todos los tonos que el horror admite, todas las culpas que caben en los retorcidos circuitos encerrados en algunos cráneos con pistola al cinto. 

En la luna negra,
¡un grito! y el cuerno
largo de la hoguera.
 


"Documentos policiales prueban el asesinato de Lorca por homosexual". 

Siento tactos fríos, viscosos, como el cañón de una pistola con restos de grasa o sangre, jugando entre los pliegues de cuerpos petrificados por el asombro, juguetitos siniestros en manos de monstruos que acariciarán después públicamente los rostros de los niños. 

Caballito frío.
¡Qué perfume de flor de cuchillo!




miércoles, 25 de marzo de 2015

ANOTACIONES. Un encuentro feliz



Como un leve antídoto a labores menos gratificantes abro estas notas tratando de recordar a Concepción Arenal, que me saltó a los ojos en uno de esos viajes alucinantes que a veces hago brincando de cita en cita (literaria) hacia alguna meta que si se pusiera por escrito daría para mucha risa.

En fin, la cosa es que me tropecé en la maravillosa Biblioteca virtual Miguel de Cervantes con el siguiente párrafo:

Libertad es, en todo, cosa opuesta e incompatible con fatalidad. Aunque sea triste, y por lo mismo que es triste hay que decirlo, caballero, el pobre está rodeado de fatalidades, cosa muy grave y que debe hacernos reflexionar profundamente.
¿Qué es la libertad de disponer de los bienes para quien nada posee?
¿La de pensamiento para quien carece de ideas?
¿La de votar para quien no tiene opinión?
¿La de trabajo para el que no puede elegirle, porque la ignorancia y el hambre le obligan a aceptar el más fácil o el que encuentra más pronto?
¿La libertad de comercio y de industria para el que no tiene capital alguno?
¿La libertad de asociación para el que ignora los resultados que puede dar?
¿La de enseñanza para el que no tiene dinero para pagarla, ni tiempo para aprender, ni idea de lo que el saber vale?
A cada una de estas libertades suele corresponder en el pobre una fatalidad, consecuencia de la miseria material e intelectual en que nace, crece, vive y muere. Casi todos los obstáculos que halla son invencibles; no se halla en estado de salir por sí solo del laberinto de sus errores o de sus ignorancias; es el enfermo del Evangelio, que no se puede curar si no hay quien le lleve a bañarse en las aguas de la salud. La mayor parte de las libertades que se dan al pobre son como manjares que no puede tocar, cosa que al parecer no advierten los que en su obsequio preparan el festín.

¿Quién es esta mujer que apenas me suena del bachillerato y asocio con una pequeña calle de Madrid?

¡Concepción Arenal!

Naturalmente la Wikipedia me auxilia; pleno siglo XIX, abogada, visitadora de cárceles y defensora de los derechos de la mujer.
 
Pensadora extraordinaria.