ENTRE LECTURAS
En el periódico leo a
Martín Garzo: escribe sobre sus
apreciaciones después de leer o releer el Decamerón. Es como un oasis en medio
de tanta basura interesada: la Diada (esa preocupación por los pliegues de tu
gorguera cuando el aire que te envuelve ya no tiene oxígeno), las chalanerías
que rodean el caso Pujol, las trapacerías de la banca y el elogio al banquero
muerto hace dos días.
La
literatura es un refugio, efectivamente; no exactamente para esconderte, sino
para rodearte de lo que eliges y ponerte a salvo. Voy cambiando de paisaje:
paso de una preciosa introducción que reflexiona sobre la difícil frontera
entre la realidad y la ficción en Look
homeward, Angel, a una de las inquietantes historias de mujeres de Alice
Munro. La primera lectura la hago por la tarde, tiempo para el que reservo
obras de más difícil acceso; la otra por la noche, antes de dormir.
Escribe Thomas Wolfe:
But we are the sum of all the moments of our lives--all that is ours is in them: we cannot escape or conceal it. If the writer has used the clay of life to make his book, he has only used what all men must, what none can keep from using. Fiction is not fact, but fiction is fact selected and understood, fiction is fact arranged and charged with purpose.
Por
su parte, Wenlock Edge, el relato de
Munro, es sutil y no pude reflexionar sobre él anoche porque arriesgaba mi
entrada en el sopor. Ahora intento saber qué es lo que realmente subleva a la
protagonista de ese incidente tan desasosegante (cenar con un desconocido que
la obliga a desnudarse y leer después para él unos poemas): si la humillación
de exhibir su cuerpo frente a un testigo correctamente vestido que la observa,
o contaminar los poemas que ella conocía y admiraba con esa imagen degradada;
lo que la apartará de ellos. Y esto enlazaría con la idea del principio:
alguien viola el refugio y pervierte algo que sobrepasa la intimidad de tu
cuerpo desnudo. ¡Qué grande eres, Munro!
Milagros González Á.
Milagros González Á.