lunes, 18 de marzo de 2019

"EL DESFILE DEL AMOR": UN EJÉRCITO DE SOMBRAS

 

 

Es la una de la tarde, una hora extraña para acabar una novela, sin embargo lo hago; anoche abandoné la lectura deliberadamente cuando quedaban solamente cuatro páginas porque quería degustar sin prisas el final. Y el final me deja abandonada a mí, sin aclarar el enigma que  recorre todo el relato: ¿quién mató a Erich María Pistauer, el joven austriaco, hijastro del siniestro ultraderechista mejicano Arnulfo Briones? La decepción de una lectura superficial que buscaba la solución al enigma, deja enseguida paso a la reflexión y se define ahora con claridad la tesis del libro: es prácticamente imposible llegar a ‘la verdad’ de los acontecimientos políticos. El historiador rastrea, busca las fuentes que puedan dar luz a determinado hecho, pero cada fuente ofrece una interpretación mezclada con sus propias obsesiones e intereses. El propio historiador irá sumergiéndose en un teatro de sombras que llegará a deformar la realidad, si es que esta existe como un ente independiente del observador. Es muy inquietante esta posibilidad porque todo nuestro mundo de valores toma como referencia la objetividad de los hechos, lo que damos en llamar 'la verdad'.

Supongo que esta cuestión se habrá debatido largamente por los filósofos, pero yo desconozco esa disciplina y algún intento de acercarme a ella me ha rendido pronto porque su lenguaje me es ajeno. Sin embargo, a través de la ficción me llega como un balazo esta duda que amenaza con desmoronar muchos de los ejes en que se mueve mi razonamiento. El poder de la sugerencia en literatura es enorme.

Estoy hablando de El desfile del amor, de Sergio Pitol, escritor contemporáneo mejicano, a quien llego por algún comentario de Enrique Vila-Matas. Su escritura es de una envidiable fluidez, con párrafos larguísimos que nunca pierden el ritmo y la armonía. Es un auténtico maestro engranando una trama detectivesca con un panorama histórico extraordinario, el Méjico de 1942, que es como un crisol donde se funden las ideologías y culturas que marcaron a fuego y sangre el siglo XX.

 

Por cierto,  que he visto El desfile del amor, al enterarme por el personaje de Delfina que el título es igual al de una comedia musical de Lubitsch, del año 1929 y no he encontrado el punto de conexión con la novela, salvo una canción que interpreta Maurice Chevalier pasando lista a todos sus amores, pero me ha parecido una asociación muy endeble. Quizás sea un chiste interno del autor o, más probablemente, una incapacidad mía para captar su sentido.

Y también he comprobado la ligereza con la que se escriben las reseñas de la contracubierta de los libros: describiendo el ambiente que el autor recrea, se cita a los refugiados políticos: desde los republicanos españoles a los nobles balcánicos, pasando por Trotski y sus discípulos, lo que tiene un pasar relativo, puesto que ninguno de ellos aparece en la novela, pero citar a una “Mimí, la sombrerera”, que no asoma la nariz en ningún momento, me parece que indica que quien escribió la reseña estaba leyendo varios libros a la vez y traspapeló los personajes.