Querido amigo:
Como ya te comenté estoy leyendo A tale of two cities y, como se me escapaban matices al leer la versión original, me compré una versión española, cosa difícil porque parece ser que están agotadas todas, excepto esta edición desgraciada que me ha costado una pasta gansa, pesa un quintal, ni siquiera tiene un formato adecuado y se sale del estante.
Te envío algunas perlas que no serán las últimas porque me corroe la indignación cada vez que comparo ambos libros.
Situando la época, el autor describe Francia:
Under the guidance of her Christian pastors, she entertained herself, besides, with such humane achievements as sentencing a youth to have his hands cut off, his tongue torn out with pincers, and his body burned alive, because he had not kneeled down in the rain to do honour to a dirty procession of monks which passed within his view, at a distance of some fifty or sixty yards. It is likely enough that, rooted in the woods of France and Norway, there were growing trees, when that sufferer was put to death, already marked by de Woodman, Fate, to come down and be sawn into boards, to make a certain movable framework with a sack and a knife in it, terrible in history.
Y aquí está la mutilación del llamado traductor de cuyo nombre quiero olvidarme, publicada en 1999 en un libro de editorial Alba, Barcelona.
Bajo la guía de sus pastores cristianos, se divertía con actos de humanidad, como por ejemplo, quemar vivo a un joven, después de cortarle ambas manos y arrancarle la lengua, en castigo de una acción sacrílega. Crecían en tanto en los grandes bosques de Francia y de Noruega Arboles que el Leñador, el Destino, había marcado para ser talados con la idea de construir con sus tablas un cadalso de nueva invención, provisto de una cuchilla y un saco, y del cual debía conservar la historia un espantoso recuerdo.
Probablemente el muy cretino quiere salvaguardar algún pseudovalor que se me escapa, pero esto tiene un tufo de censura moral al viejo estilo que apesta. ¡País!
Una muestra más: cuando un viajero llega a cierto hotel, sale a recibirle el director, obsequioso hasta la saciedad y totalmente en su papel de hombre eficaz y ceremonioso (es decir provinciano ─la ciudad es Dover─ que desea una imagen cosmopolita). El nombre del hotel es Royal George y la habitación que asignan al viajero también está bautizada: la Concordia. El director, encantado de tener una habitación con nombre propio, dice:
And then breakfast, sir? Yes, sir, That way, sir, if you please. Show Concord! Gentleman's valise and hot water to Concord. Pull off gentleman's boots in Concord. (You will find a fine sea- coal fire, sir). Fetch barber to Concord. Stir about there, now, for Concord!
Véase la manera de desalmar un personaje:
Muy bien. Venid por aquí, caballero. Acompaña al señor a la Concordia, y sube la maleta y agua caliente. Encontraréis encendida la chimenea en la Concordia caballero. Acompaña al señor y quítale las botas. Corre a buscar el barbero y hazle subir a la Concordia.
O sea, ni chicha ni limoná. El señor o señora de cuyo nombre ya me he olvidado está convirtiendo la literatura en una historieta que hubiera podido contar el cronista de su villa.
En fin, y tú venga a hacer cursos para afinar tu sensibilidad filológica por si te cayera alguna traducción que llevarte a la pluma.