viernes, 16 de septiembre de 2011

Recorte: Fernando Vallespín

Leo el oportuno artículo que copio más abajo y pienso que tener la razón supone haber observado la realidad y haber reflexionado. Supone la renuncia a los cuentos que nos contaron y que hacen menos lastimosa una existencia limitada: el sueño de llegar a ser rico e inmortal. El esfuerzo es inmenso si no se conciben valores que puedan reemplazar estas fantasías. Quizá se trate de un enfrentamiento entre utopías: la de la derecha con un poder de seducción similar al del folletín, con siglos de narraciones en las que el golpe de suerte rescata al héroe de su miseria. Es posible que la razón de la sinrazón, el que un trabajador con sueldo precario no se sienta reconocido en los argumentos de la izquierda, sea que no está dispuestos a abandonar su confortable rincón mental donde todo es posible si le toca la lotería.


El texto que sigue es un artículo de Fernando Vallespín, publicado en el periódico "El País"


Tener la razón no basta

FERNANDO VALLESPÍN 16/09/2011



"Los ricos gobiernan un sistema mundial que les permite acumular capital y pagar el menor precio posible por el trabajo. La libertad resultante solo la obtienen ellos. Los muchos no tienen más remedio que trabajar más duro en condiciones cada vez más precarias para enriquecer a los pocos. La política democrática, dirigida al progreso de la mayoría, está realmente a merced de esos banqueros, barones mediáticos y otros magnates que dirigen y poseen todo".
Esta cita no es de un indignado o de un furibundo izquierdista. Aunque no lo parezca, es de un conocido publicista conservador británico, Charles Moore, biógrafo autorizado de Margaret Thatcher, y se contiene en un artículo que apareció el pasado 22 de julio en The Telegraph. El revuelo que originó entre sus propias filas fue de órdago. Piensen que llevaba el provocador título de Estoy empezando a pensar que la izquierda en realidad tiene razón. Y por lo que dice en el artículo, su descripción no difiere gran cosa de la que se haría desde cualquier posición de izquierdas. Otra perla referida a la crisis de la Eurozona: los gobernantes europeos parecen estar "dispuestos a casi cualquier indignidad antes de que se perjudique a los banqueros"; y los trabajadores de diferentes localidades europeas deben perder sus empleos con tal de que "los banqueros en Fráncfort y los burócratas de Bruselas puedan dormir tranquilos".
No es que Moore haya sufrido una súbita conversión izquierdista. Se trata más bien de un lamento por el fracaso del proyecto del conservadurismo en su intento por conseguir mejores condiciones de vida para todos a través del libre mercado. Al final, el resultado de la revolución conservadora ha sido bien distinto de aquel que esperaban sus defensores, y la tradicional crítica de izquierdas ofrecería un reflejo de la situación actual mucho más certero que la derecha, huérfana ya de ideas que sustenten con convicción su proyecto. Lo que pretende es sacar a la derecha de su letargo y autocomplacencia para que sepa contrarrestar los estragos potenciales que puede provocar el escenario de un mundo crecientemente injusto y diseñe un nuevo discurso a la altura de las circunstancias. Y concluye con la esperanza de que, como tantas veces ha ocurrido, el conservadurismo se salve "gracias a la estupidez de la izquierda".